Existen peladores especiales para tomates, pero un truco muy sencillo consiste en escaldarlos en agua hirviendo durante unos segundos.
Ponemos una cazuela con abundante agua a calentar. Cuando el agua esté hirviendo introducimos los tomates y los dejamos entre 15 y 25 segundos, dependiendo de si están más o menos maduros (cuanto más maduros menos tiempo).
A continuación los sumergimos en un recipiente con agua y hielo, para cortar la cocción rápidamente.
De esta forma, la piel del tomate saldrá fácilmente.
Estiramos los cuartos de tomate sin semillas sobre la tabla.
A continuación, los cortamos en tiras efectuando una serie de cortes longitudinales, más o menos gruesos, dependiendo del tamaño que queramos dar a los dados de tomate.
Para cortarlo en dados, juntamos varias tiras y hacemos una serie de cortes transversales.
Sin quitar la piel, lo cortamos en cuartos y retiramos las semillas.
Rallamos los gajos de tomate con un rallador hasta quedarnos sólo con la piel.