- 200 g de solomillo de ternera.
- Queso parmesano.
- Aceite de oliva virgen extra.
- Sal y pimienta negra molida.
- El zumo de un limón.
- Hojas de rúcula para decorar.
Elaboración
PASO 1
El carpaccio es un plato realmente delicioso y sencillo de preparar. Lo único que tenemos que hacer es cortar la carne en filetes finitos, casi transparentes y aderezarlos con sal, pimienta molida y aceite virgen extra.
En primer lugar, con un cuchillo bien afilado retiramos los restos de grasa y las partes duras del solomillo.
Envolvemos la carne en papel transparente de cocina dando forma de caramelo y hacemos unos nudos en los extremos, como se muestra en la imagen.
Metemos el rollo en el congelador como mínimo durante 3 horas para endurecer la carne; así, la podremos cortar más fácilmente.
PASO 2
Sacamos la carne del congelador 15 o 20 minutos antes de cortarla para que no esté excesivamente dura.
A continuación, la cortamos en filetes muy finos y los golpeamos con la parte plana del cuchillo hasta dejarlos casi transparentes.
PASO 3
Un truco con el que resultará más sencillo conseguir unos filetes muy finos, consiste en colocarlos entre dos láminas de papel transparente, con unas gotas de aceite en cada cara para que no se peguen.
Seguidamente se golpean con la hoja del cuchillo, aplastándolos hasta que queden muy finitos.
PASO 4
Colocamos los filetes en un plato grande con unas virutas de parmesano. Salpimentamos y rociamos con un buen aceite de oliva virgen extra.
Por último, decoramos con unas hojas de rúcula o albahaca fresca.
A mí me gusta añadir un chorrito de zumo de limón porque además de la curiosa mezcla de sabores, el ácido cocina ligeramente la carne, pero si lo prefieres, agrega simplemente el aceite.
Nota: las virutas de parmesano se obtienen raspando el queso con un pelador de verduras o un cuchillo.